Cuenta Christian Bragarnik (Buenos Aires, 1971) que le gustó Elche desde que en 2005 acompañó al delantero argentino Lucas Valdemarín al Martínez Valero. Entonces hacía seis años que había colgado las botas. De corretear por los campos en busca del gol, que se le negaba, no iba a vivir. Pero sí del entorno de la pelota. En su relación con agentes de jugadores, a los que les editada vídeos de los mejores momentos de sus futbolistas, visualizó un negocio que hoy le ha convertido en el representante más importante de Argentina, con lazos en México, Chile, Uruguay, Bolivia, Estados Unidos y ahora en Europa.
¿Cómo ha llegado Bragarnik a convertirse en dueño del Elche? El camino es largo y no nace del embrujo que le causó la ciudad hace de las palmeras. El argentino es hoy no solo el agente más poderoso de su país, una suerte de Jorge Mendes, sino en el asesor de un puñado de clubes. Le faltaba uno en propiedad y el avispero económico y societario de los ilicitanos se lo sirvió en bandeja.
El epicentro de Bragarnik está en Argentina. Arrancó en 2001 con su primera operación por 400.000 dólares y ahora tiene 54 jugadores y entrenadores en cuatro banquillos, a los que suma 32 futbolistas en todas las ligas del continente. Entre sus clientes estaba Diego Armando Maradona, a quien llevó a su último trabajo en Gimnasia y Esgrima. Un cuadro del mítico ’10’ engalana su despacho en Puerto Madero junto a su título de abogado y un banderín de Vélez, su equipo del alma. El técnico del Celta, Eduardo Couet, o el ex Antonio Mohamed le confían su destinos, como Jorge Almirón, a quien sacó del Al-Shabab saudí para entregarle un Elche en Primera.